viernes, 17 de junio de 2016

PREPARACIÓN DEL ÁFRICA EMERGENTE.


Del 11 al 13 de mayo de 2016, se celebró en Ruanda el foro económico mundial sobre la conexión de la economía africana a las nuevas tecnologías. En este foro,que se equipara al foro de Davos en formato africano, participaron más de 1.500 invitados de todo el mundo entre loscuales 10 presidentes africanos, los máximos dirigentes del Fondo Monetario Internacional, la presidenta de Oxfam, el exprimer ministro británico Tony Blair, el magnate nigeriano Alika Dangote, el presidente del Banco Africano de Desarrollo, entre otras personalidades.
La República de Ruanda ocupa un pequeño territorio enclavado entre cuatro países sin salida al mar. Además, desde hace veinte años se la recuerda por el drama de la guerra, el genocidio y la avalancha de los refugiados. Nadie podía imaginar que pudiera organizar con éxito un foro de esta magnitud.
Este hecho confirma, en contra de los afro-pesimistas, que África sigue siendo un continente del futuro y con posibilidades. Ya, en algunos países, se puede vislumbrar cierta emergencia a pesar de las dificultades. Para organizar un evento de esta categoría, hace falta no solamente medios logísticos (hoteles, transporte, salas, internet, energía etc.) sino también recursos humanos cualificados y estabilidad dentro del país.
Cabe esperar que dentro de poco, se podrá organizar estos eventos, también, en otros países africanos, pero es importante que se plantee, desde ahora, una nueva manera de mirar el futuro del continente. Resulta necesario poner en marcha los proyectos que puedan asegurar que el continente africano esté a la altura de la mundialización. Ya no vale pensar solamente en la alfabetización o la educación de base, sino ir más allá y plantear la formación universitaria de calidad.
En 1998, el presidente chino Jiang Zemin decidió invertir en la educación universitaria de su país para asegurar que sus universidades figuren en las primeras en el ranking mundial y así adaptar su economía al mundo. Hoy en día, gracias a esta decisión de gran trascendencia y muchas otras razones, China cuenta entre los países con un desarrollo sostenido en la economía del conocimiento. La inversión en la formación de alto nivel está permitiendo a China visibilizar su desarrollo industrial y su economía basada sobre la tecnología. En menos de diez años, China pasó de un millón de estudiantes universitarios a cinco millones. Esto nunca puede pasar desapercibido en la vida real de un país.
Eso mismo es lo que África necesita, y debe hacer, adaptándolo, evidentemente a sus realidades económicas, culturales, sociales y geopolíticas. No vale cortar y pegar lo hecho en Occidente y transferir la ciencia y la tecnología, sin más. Es necesario toda una visión y una misión clara.
El problema principal de África no es que falte comida, medicina o recursos económicos, etc. El problema es que falta desarrollo. Y si alguien quiere ver a este continente emerger en el futuro, tiene que plantear seriamente el tema del desarrollo. No se trata de mantener a gente en la dependencia eternamente, sino de dar a los africanos las herramientas para que sean autosuficientes. Y a todo desarrollo requiere dos requisitos imprescindibles: estabilidad y educación.
Un país como Ruanda, capaz de organizar un foro internacional de la economía con tantas personalidades del mundo del negocio y de la política, necesita afianzar su estabilidad y sus infraestructuras pero, sobre todo, sus recursos humanos. Está claro que en estos países que están emergiendo, se necesitan ingenieros, médicos, profesores, técnicos, estadísticos, analistas, pensadores, letrados, etc. Ningún país del mundo se ha desarrollado sin pasar por la vía previa de la educación.
Con un grupo de amigos amantes del desarrollo, hemos querido proponer un proyecto típico y original para formar cuadros competentes en África, empezando por Ruanda.
Se articula utilizando la figura asociativa sin ánimo de lucro, bajo la denominación Asociación Universidad para el Desarrollo en África (A.U.D.E.).



                                                                             Un estudiante en la Universidad de Ruanda (foto del autor)

No se trata de proporcionar educación de base, que en muchos países ya se está haciendo bastante bien, aunque todo merece mejorar. Tampoco se trata de enseñanza secundaria. Hemos observado que un universitario en África es una referencia clave del desarrollo y, por ello, se ha optado decididamente por la formación universitaria y se orienta a formar universitarios
Muchos de los problemas que se encuentran en algunos países de África son debidos, de una parte, a la ignorancia: la superstición, la manipulación, la violencia gratuita, los grupos armados etc. y, de otra, a la falta de planificación, organización y gestión.
Nuestro proyecto consiste en conseguir socios-protectores en Europa para que, estudiantes con capacidad para realizar estudios universitarios y sin recursos para ello, puedan acceder a la formación universitaria y, de este modo, ir formando universitarios en África, comenzando por Ruanda. Pero el estudiante beneficiario se compromete, cuando finalice sus estudios y comience a trabajar, a ingresar automáticamente en la Asociación como socio-protector. De esta manera, se hace una cadena de solidaridad que empieza en Europa y continúa en África. Llegará un momento en el que los socios beneficiarios sean el número suficiente para lograr auto-desarrollo.
La originalidad del proyecto gira en torno a dos ejes: el primero es que el donante sabe a quién dona y puede seguir su trayectoria universitaria e incluso asistir a su graduación; el segundo es que la ayuda es como un crédito que acaba creando auto-desarrollo, es decir que el estudiante graduado se convierte en socio en su propio país, en cumplimiento del compromiso adquirido. Poco a poco, llegará un momento en el que la asociación ya no necesitará de los socios europeos sino más bien de los autóctonos.
Para más detalles: www.audesarrollo.es
                                                                          Gaetan Kabasha.
                       (este texto fue publicado en el blog de El Pais titulado África no es un país)

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