miércoles, 25 de noviembre de 2015

El papa Francisco y el avispero de Centroáfrica.


Las lenguas se desatan unos días antes de la visita del Papa a Centroáfrica como última etapa de su gira por África. Los medios internacionales empiezan a dudar de esta visita por la peligrosidad de la situación y la espontaneidad del papa Francisco, quien casi siempre salta los protocolos de seguridad para acercarse más al pueblo. ¿Irá Francisco a Centroáfrica?
El programa del papa en Bangui tal como lo publicó el Vaticano es muy ambicioso. Cualquiera que lo lee se pregunta si es posible realizarlo en su formato original o incluso si es responsable llevarlo a cabo. Pero seguramente, el Papa sabe lo que hace.
Tres son los momentos más llamativos en una situación como la del país visitado: la visita a los campamentos de refugiados del aeropuerto, la visita a la mezquita central de Bangui y la misa multitudinaria en el estadio nacional.
Para ir al campamento de los desplazados, el Papa tendrá que hacer el trayecto que va del centro de la capital hacía el aeropuerto. Pasará por el barrio convulso llamado "combattant" donde circulan a sus anchas los temibles milicianos antibalaka. Son los milicianos de este barrio los que están poniendo a todo Bangui en jaque los últimos días, matando indiscriminadamente a los que ellos consideran adversarios y mutilando sus cadáveres. Concretamente hace tres semanas pararon el coche de una delegación de musulmanes de la facción seleka UPC, invitados por la presidencia, y los asesinaron sin miramientos. Nadie sabe lo que quieren ni cuáles son sus reivindicaciones más allá de sembrar el terror derramando la sangre. Se supone que los antibalaka no tienen ninguna intención de obstaculizar el viaje del Papa pero siendo grupos incontrolables, ¿quién puede asegurar que se mueven con racionalidad o no puedan ser instrumentalizados por otros?
                                          La catedral de Bangui dónde el Papa abrirá la puerta para el año de la misericordia.
La visita a la mezquita no es menos peligrosa. Para llegar a la mezquita, el Papa y su séquito tendrán que pasar por barrios muy hostiles a los musulmanes, repletos de milicianos antibalaka también muy propensos a apretar el gatillo. Muchas veces esos jóvenes se mueven por rumores, prejuicios, falsas informaciones, ideología, etc. El hecho mismo que el Papa vaya a visitar a sus enemigos puede ser una razón para convertir el camino en algo intransitable. Para ellos, cualquier pretexto es bueno para iniciar un sinfín de violencias, venganzas o represalias.
Por otro lado, los milicianos musulmanes alrededor de la mezquita central, aunque dicen esperar al Papa como una bendición, nadie puede prever su reacción. Entre ellos existen facciones, cada una con sus objetivos. Hay quienes creen que algunos operan en complicidad con algunos grupos de los antibalaka para desestabilizar el gobierno de transición. Hace poco tiempo, una facción de esos milicianos amenazó con insultos al arzobispo de Bangui y a la delegación vaticana que éste conducía en el marco de preparar la visita del Papa. Bien es verdad que los representantes oficiales de los musulmanes condenaron lo ocurrido pero en la situación de Centroáfrica, los representantes de las confesiones religiosas no tienen control sobre los criminales organizados que andan sueltos y que muchas veces hacen sus fechorías en el nombre de la fe.
Precisamente el barrio del km 5 dónde está ubicada la mezquita central lleva dos años cercado por los antibalaka. Los pocos musulmanes que quedan en Bangui se encuentran recluidos allí sin posibilidad de movimiento por miedo a encontrarse con los antibalaka. Ellos mismos hablan de una cárcel gigante a cielo abierto. Allí estos últimos momentos se encuentran concentrados los sucesivos enfrentamientos entre las distintas bandas. Se cuenta que cada semana mueren unas 50 personas principalmente en este barrio y a sus alrededores. Es allí donde el Papa piensa ir a encontrarse con los musulmanes en un gesto altamente simbólico para la paz y la reconciliación.
Por último, el Papa piensa celebrar una misa multitudinaria en el estadio nacional. El lugar del estadio no presenta ningún problema real de seguridad ya que se sitúa en uno de los barrios más seguros. En este caso el problema no es la ubicación del evento sino la concentración de miles de peregrinos venidos de todos los rincones del país en una capital poca segura. La Conferencia Episcopal prevé que cada diócesis envíe grandes delegaciones para el acontecimiento. La pregunta que cada uno se hace es la siguiente: ¿Conseguirán los peregrinos transitar con seguridad por las regiones de alta peligrosidad que controlan los distintos grupos armados?¿Cómo proteger a tantas personas en una ciudad explosiva si ya las fuerzas internacionales están desbordadas a la hora de proteger a los habitantes habituales de Bangui?
Por otro lado, no hay que olvidar que la presencia del Papa supone un número elevado de los visitantes extranjeros, obispos de los países vecinos, periodistas de los distintos medios internacionales a parte del séquito personal del Papa, etc. Todo esto supone un desafío de seguridad. A esto hay que añadir que esta visita del Papa coincide con la época de tensiones electorales propias de una campaña política, que tampoco se sabe muy bien como se llevará a cabo para que sean unas elecciones transparentes.
Por el momento, a pesar de que Francia haya aconsejado la anulación del viaje, las autoridades de transición en Centroáfrica insisten en mantener la visita confiando en la providencia. El mismo Papa afirma que tendrá su palabra y los ciudadanos centroafricanos esperan la llegada del Pontífice como una bendición y un empujón hacia la paz entre las distintas comunidades.
Para finalizar solo cabe una pregunta ¿es este el mejor momento para la realización del viaje?.
Sólo el tiempo nos dirá.

Gaétan

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