viernes, 16 de octubre de 2015

Sankara, el héroe de África.

El día 15 de octubre de 1987, tenía 15 años y me acuerdo de ese día como si fuera el año pasado. Estaba en un internado en algún lugar de Rwanda cuando nos anunciaron que el gobierno acababa de decretar un duelo nacional. El motivo del duelo era la muerte de Sankara. Entonces, no sabía quién era ese señor ni qué había hecho que merecía tanto reconocimiento. Solamente nos dijeron los más mayores que un héroe africano había sido asesinado.
Desde entonces, no he dejado de admirar a este hombre que había conseguido transmitir un mensaje de liberación del continente africano en menos de cuatro años y desde un pequeño país que se llama Burkina Faso.
Thomas Sankara nació en 1949 en lo que se llamaba entonces Haute Volta. Después de una carrera militar en Madagascar hizo un golpe de Estado en 1983 ayudado por tres de sus íntimos compañeros, entre ellos Blaise Compaoré. En aquella época, los golpes de Estado eran algo frecuente en África y nadie prestaba atención a la doctrina del golpista de turno. Pero el golpe de Sankara trajo algo diferente: era una verdadera revolución. Desde el primer momento, el nuevo jefe de Estado mostró su carisma de visionario. Declaró la guerra al imperialismo occidental representado por Francia. Quiso enseñar a su pueblo y al continente entero una nueva manera de vivir en la verdadera independencia mental, moral, política y sobre todo, económica. Cambió el nombre de su país de Haute Volta a Burkina Faso que quiere decir "país de los hombres íntegros". Se dedicó a inculcar su nuevo sistema a sus ciudadanos con su propio ejemplo. Su receta era sencilla: autosuficiencia local. Se trataba de rechazar las ayudas externas que siempre llegan envenenadas, consumir lo producido localmente aplicando la austeridad. En pocas palabras, enseñaba que valía mejor vivir pobre con dignidad que rico en la esclavitud.
Sankara recorrió el mundo predicando la autenticidad y la independencia real. Sus discursos no dejaban a nadie indiferente: en la tribuna de la ONU, ante sus homólogos africanos en la OUA. En todos los sitios donde pasaba, enseñaba la liberación del pueblo africano. Su visión no tardó en rebosar las fronteras. En muy poco tiempo, como una pólvora, su política caló en la mente de muchos intelectuales jóvenes del continente.
Sankara sorprendió a todos sus ciudadanos declarando sus propios bienes y obligando a todos sus ministros a hacer lo mismo. La lucha contra la corrupción era una prioridad en un país que querría construir su futuro con sus propias fuerzas. También fue pionero en la promoción de los derechos de las mujeres. En este terreno, colocó a muchas mujeres en los puestos de responsabilidad, declaró la guerra a la mutilación genital y a los matrimonios forzosos. También dedicó muchos recursos a la autosuficiencia alimentaria y a la alfabetización de sus ciudadanos.
Como suele ocurrir, a los grandes de este mundo no les gustó un discurso tan revolucionario capaz de movilizar toda África y parar el expolio generalizado por medio de los dirigentes afines al neocolonialismo. El miedo de un Che Guevara en África o la réplica de un castrismo sobre el continente negro se apoderó de los que no podían soportar la independencia total de África.
Sankara fue asesinado en la noche el 15 de octubre de 1987 por su propio amigo y compañero de lucha, Blaise Compaoré. Murió después de haber declarado lo siguiente: "Se puede matar a un revolucionario pero nunca mueren sus ideas". Aquel día, toda África lloró. Sus ideas habían cruzado las fronteras de Burkina Faso para alcanzar los corazones de los africanos, para siempre. Los grandes hombres no mueren, sobreviven en la mente de los que creen en sus ideales.
Hoy se recuerdo a Sankara como un héroe de la libertad y un ejemplo de lucha desinteresada a favor de la independencia total de los pueblos. https://www.youtube.com/watch?v=6ej8Wp3Mk-4


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